Novedad
Chevrolet Volt
El auto que cambiará nuestras vidas
Por: Sergio Oliveira

El Volt no es sólo un auto más. No es híbrido, ni eléctrico, es ambos. Y es mejor. Mucho mejor.

La idea de un auto híbrido es muy sencilla: al lado de un motor de gasolina tradicional, se pone uno eléctrico. Con esa ayuda, se puede exigir menos de la máquina de combustión interna y con ello, se ahorra gasolina. Pero General Motors se atrevió a pensar en lo opuesto: poner un motor de gasolina para ayudar a un eléctrico. Tan simple y genial como esto. De ahí nace el Volt, un coche que, pensamos, va a cambiar la forma en la que nos desplazamos a diario.
En enero de 2007, el entonces Jefe Ejecutivo de General Motors, Rick Wagoner, anunció con bombo y platillo el futuro arribo del Volt. A diferencia de los híbridos tradicionales, el Volt no mandaría el poder de su motor de gasolina a las ruedas, sino que serviría como generador para una gran batería de dónde saldría la energía necesaria para girar las ruedas delanteras del auto. En aquél momento, la tecnología de baterías aún no era suficiente para respaldar la idea del Volt. Wagoner, junto con Bob Lutz, el vicepresidente de Producto de GM en la época, previeron que para 2010 el auto debería estar listo.
Hoy, casi cuatro años más tarde, General Motors ya tuvo que acudir al Capítulo 11 del código de bancarrota estadounidense; Wagoner fue forzado por la administración de Barack Obama a renunciar a su puesto y Bob Lutz se volvió a retirar (ya lo había hecho cuando estaba en Chrysler), ahora sí, aparentemente, de forma definitiva. Pero la promesa que hicieron, de la que ellos mismos necesitaron en reafirmar por varias ocasiones, está cumplida. El Volt es una realidad para algunos cuantos privilegiados, pero serán al menos diez mil por año en 2011, mientras su capacidad de producción no aumenta a por lo menos 45 mil en 2012, lo que debe ocurrir, ya que la demanda es muy alta.

¿Quién resucitó el auto eléctrico?
La muy mala película (por mal documentada, sin juzgar su calidad cinematográfica) “¿Quién mató el auto eléctrico?”, dirigida por Chris Paine y estrenada en 2006, hablaba principalmente de la decisión de General Motors de parar las inversiones de la empresa en los autos eléctricos. Esa decisión fue tomada precisamente por Rick Wagoner, quien hizo lo que los números le indicaban, tan fría y acertadamente como esto. Era un proyecto de poco futuro. De hecho, un auto eléctrico todavía está lejos de ser una realidad. Hay tres grandes problemas con ellos: el precio de las baterías, el elevado tiempo necesario para recargarlas y la rapidez con que se descargan. Por esto Wagoner “asesinó” el EV1, el primer proyecto de auto eléctrico de GM.
Sin embargo, el mismo Wagoner, si algo de bueno dejó a la empresa donde trabajó por 31 años, fue el Chevrolet Volt. Con esa idea (no el haberla concebido, sino haberla apoyado), el ejecutivo redime muchos de sus errores. Porque el Volt, tal y como está, representa una verdadera revolución, marca lo único verdaderamente nuevo, creíble y factible entre todos los autos que se definen como “amigos del medio ambiente”.

Pocos sacrificios
El mayor problema de los autos eléctricos es que la gente espera que hagan lo mismo que los de gasolina. En pocas palabras, queremos que un auto cueste lo mismo que pagamos por uno de combustión interna, que recargarlo tome el mismo tiempo que necesitamos para llenar el tanque de gasolina y que las baterías hagan que el auto sea capaz de rodar tanto como un auto de gasolina. Hasta ahora, ningún coche puede hacerlo. O no podía, hasta la llega del Volt, que aunque no deja a su dueño sin hacer sacrificios, es el que menos les pide.
El Volt tiene que enchufarse para funcionar. Su batería se carga, en un enchufe tradicional de 110 voltios, como los que la mayoría tenemos en nuestras casas, en tan solo 7.5 horas. En términos prácticos, podemos llegar en la noche, conectarlo a un enchufe y en la mañana estará completamente cargado. Hacerlo es indispensable. Sin carga, el Volt no arrancará con su motor de gasolina.
Con su carga completa, puede andar alrededor de 60 kilómetros, lo que para la mayoría es suficiente para ir y volver al trabajo. Pero es aquí donde está la genialidad de GM. Caso sea necesario andar más que eso, por ejemplo, en un viaje por carretera, el motor de gasolina entra en acción. En este caso, para generar carga, porque la fuerza que llega a la ruedas delanteras del Volt, siempre vienen del motor eléctrico.

Buenas sensaciones
Basado en la plataforma del Cruze, el Volt es cerca de 10 centímetros más corto que el sedán compacto de Chevrolet. Es un hatchback para cuatro personas, con buenos terminados, en los que se destaca la consola central, que puede venir en color blanco pulido, un aspecto que recuerda mucho a los productos del fabricante de computadoras Apple. Puede también venir en negro, si el cliente así lo quiere, pero en nuestra opinión, con esto pierde algo de su personalidad.
Sus formas exteriores apenas recuerdan el concepto de 2007, pero siguen siendo agradables. Chevrolet acierta también el darle una carrocería única. Si el Volt fuera, digamos, un Honda, sería algo así como el “Civic eléctrico”. El que usa un auto así, quiere estar seguro de que todos saben que lo hace.
Su espacio es adecuado adelante. Atrás, empero, los más altos (basta con rebasar el metro con ochenta centímetros) golpearán la cabeza contra el medallón. Con sol fuerte, el calor también deberá incomodar los que ahí viajen.
Su conducción, empero, es muy buena. No hay la sensación de auto chico que se siente en el Cruze, por ejemplo. El Volt se muestra más sólido, con más aplomo. Parte de esto se debe a su peso, cercano a los 1,700 kilos, lo que es elevado para un auto de su tamaño. Ni hablar, la “culpa” es de las baterías. Este peso seguramente compromete sus reacciones deportivas, lo que no pudimos experimentar en el pequeño circuito urbano en que tuvimos la oportunidad de conducirlo.
Como el torque de un motor eléctrico es inmediato, al contrario de uno de gasolina o diesel, los ingenieros de Chevrolet usan mucha de la enorme capacidad de computación del auto para controlar esa fuerza, o el Volt arrancaría siempre “rechinando” llantas. Su aceleración oficial está apenas por arriba de los ocho segundos, al nivel del mar. En Guadalajara esperamos algo en la casa de los 10 segundos. Claro, caso llegue a México, lo que está en negociación.

El detalle del precio
Uno de los problemas de las nuevas tecnologías, es que sólo se vuelven realmente atractivas en la medida en que el volumen de producción se incrementa. Mientras eso no ocurre, la única forma de que autos como el Volt tengan un precio razonable es con subsidio. En Estados Unidos la administración de Barack Obama ofrece 7,500 dólares de incentivo, con lo que el precio de entrada del Volt es de 33 mil dólares. En México, General Motors está en pláticas con las autoridades para buscar un acuerdo similar.
Aunque llegue a nuestro país, el Volt vendrá en muy pequeñas cantidades, funcionando más como constructor de imagen que como una verdadera opción para el consumidor.
Esto, empero, deberá cambiar a mediano plazo. Ya hay, en estos momentos, más de 200 mil personas interesadas en un Volt, sólo en Estados Unidos. Para atender la demanda, la producción debe incrementarse sustancialmente. Con esto, los precios deben bajar y nos pueden “sobrar” algunos dólares más.
El Volt es una gran idea, insistimos. Pensamos que es el primero de una serie de autos de General Motors, que pueden usar la plataforma del Volt en muchas carrocerías diferentes. Más tarde, otros fabricantes deberán subirse a la nueva tecnología. Pero el General, en este caso, habrá pegado primero. Y el que lo hace, pega dos veces.

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